el mundo al tenedor

ni que lo digas - exclamé, y me lancé al vacío ese que tenía al lado
todo lleno el vacío de pulcras perlas del olvido
que se desplazaban sobre mi cuerpo
como conchas viejas en el mar
como alegrias en un mismo centímetro cuadrado.
Cual patio sin malezas
escapaba sin saber claramente de qué escapaba
y limpiaba la culpa que nunca creí criar
en un acto desesperado de recrearme.
Cuanta ambición guardaba en ese bolsillo mezquino de la conciencia!

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